Llego al huerto cerca de las diez de la mañana, Dan, el perro de Bertina Soto es el encargado de anunciar mi arribo al lugar mediante sus ladridos, abro el portón que se encuentra medio abierto y me preocupo de que su perro no escape a la calle, pero pronto aparece Bertina y me dice que no me preocupe, que está acostumbrado a salir del huerto y que es muy hábil entre los autos, al cruzar la calle. Me cuenta que debe salir un momento, unas pocas cuadras fuera del huerto con el fin de visitar a una perrita que hace un par de semanas había llegado al huerto y ella había acogido por unos días, ahora ésta se encontraba bajo el cuidado de unas amigas. Me cuenta la historia de esta perra: “tuve que incurrir en el gasto de operarla, es una perrita nueva y ya le venía el celo […] no puede quedarse aquí, porque es fina, imagínate cómo se le va a poner su pelo con el pasto. Tampoco me la puedo llevar a la casa, porque me vengo temprano en la mañana y vuelvo en la noche, entonces pasaría todo el ...